martes, 23 de septiembre de 2008

Planteamiento General

La discusión en torno a las políticas y a las industrias culturales no es, desde luego, completamente nueva, ni en nuestro país ni, evidentemente, en el mundo. Quizá lo complejo del tema es que coexisten una gran diversidad de posiciones, opiniones, maneras de entender y enfocar las problemáticas organizadas ya sea por hábitos y costumbres instituidas, por rutinas e inercias o por reflexiones y valoraciones críticas que tienden a revisar lo elaborado y a proponer reformas importantes en torno al que hacer cultural y a los actores que pueden y deben involucrarse en estas tareas. De la misma forma se cruzan discursos y normativas internacionales, lógicas y burocracias estatales institucionales y jurídicas, reflexiones académicas rigurosas sustentadas en presupuestos teóricos complejos no siempre fáciles de asimilar dentro del ámbito de la opinión pública y opiniones efectistas, mediáticas, afectadas o reguladas por los contenidos políticos que envuelven al tema. En este sentido, el conjunto de discursos a veces se enfrentan y entran en conflicto; otras, quizás las más, se desarrollan en monólogos estériles y, por desgracia, pocas veces entran a formar diálogos serios en donde los actores se escuchen e intenten producir algunos consensos. Esta tensión en lugar de permitir la inteligibilidad de los fenómenos produce confusión.
Esta proliferación de voces obedece, quizá, a que recientemente se ha ido agudizando la entrada en la agenda política internacional, al espacio de la opinión pública, todo un orden de temáticas vinculadas a las políticas culturales: la diversidad cultural como factor de desarrollo social y económico; la tensa relación entre actores vinculados al desarrollo de políticas culturales (Estado, iniciativa privada, sociedad civil); el peso y la importancia de las industrias culturales; la relación compleja y estrecha entre cultura e identidad; las estrategias de marketing y de turismo vinculadas al arte y al patrimonio (tangible e intangible); en suma, la importancia del arte y la cultura como factor de ciudadanía y democratización, de activación de formas nuevas de sociabilidad que permitan estrechar lazos comunitarios, de cultivo y preservación de la memoria, de estrategia de resistencia y crítica, etc. En síntesis, el mundo actual parece otorgarle al arte y la cultura un orden diverso de funciones (económicas, políticas, sociales) que antes no habían sido señaladas o detectadas.
En buena medida, es este contexto amplio, indefinido o indeterminado el que ha propiciado tanto la apertura de estos debates públicos, como los intentos de profesionalizar las actividades de gestión cultural y artística con la intención de romper con las lógicas clientelares, burocráticas e incluso ideológicas que dominaron las políticas públicas en materia de cultura a lo largo del siglo XX. También, desde luego, la intensificación de lo que suele llamarse globalización y sus procesos de intercambio acelerado, ha permitido pensar que la cultura puede ser bastión para producir sentido y significado a las dinámicas de un entramado social mecanizado orientado por las lógicas de la eficacia, la productividad, la rentabilidad.
La Universidad del Claustro de Sor Juana ha participado desde hace algunos años en este proceso, a través de la creación de las carreras de Arte y Estudios y Gestión Cultural (llamada anteriormente Ciencias de la Cultura) e incitando a foros y espacios de discusión en torno a estos problemas. En esta ocasión el Colegio de Arte y Cultura se ha propuesto dedicar sus jornadas anuales a generar un foro abierto de discusión que permita detectar las temáticas abiertas, las diferentes maneras de enfocar los problemas y de ofrecer respuestas a los mismos.

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